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jueves, 31 de mayo de 2012

El alma se serena en ultramar


El alma se serena en Ultramar
Título: El alma se serena
Autor: Luisa Cunillé y Paco Zarzoso
Espacio: Sala Ultramar, del 26 al 29 de abril, 2012
27 de abril del 2012:

No se publica a los grandes escritores de verdades, no hay lugar para el espectáculo
íntimo, inexplotable; no hay opción para quienes saben aplicar la creatividad a soluciones
urbanas, han quitado la red a los autónomos equilibristas y la vejez hay que esconderla
de los carteles de publicidad. No hay, no hay, no hay... pero existen. Existen y yo los he
visto inmersa en su espacio. He ido a un teatro y he aparecido en un salón, es la
tecnología de las salas pequeñas y sus efectos especiales, que han logrado lo
tridimensional antes que la play station.
Malvarrosa, Grau y Carmen están en escena. Lo que tienen sus nombres de metafórico
lo propulsa una actuación, una gestualidad y una técnica vocal que vuelve innecesaria la
elevación del tablado. Tres personajes hay delante de mí (nosotros), ala misma altura,
pero sobrevuelan, nos envuelven como si fuesen el barrio del Carmen, el Grau y la
Malvarrosa. Estoy en un salón que es casi Valencia, y veo en ellos la Valencia que se
olvida.


Tres personajes son víctimas de la ignorancia o la censura, la marginación, la estafa y la
expropiación (desahucio). Carmen, Grau y Malvarrosa, vecinos, se encuentran en una
casa para compartir ducha porque el edificio está siendo inhabilitado. La obra se desata
en lo que esperan a que el agua caliente funcione de una vez. Surge la complicidad. Los
tres se encierran frente a los ataques de las constructoras, interactúan con ellas desde las
ventanas, a base de megáfonos e improperios amplificados. La alarma la dan los gatos,
Lenin y Trotsky. Una ideología izquierdista, animalizada por lo que tiene de ofensivo para
los profetas del capitalismo, les permite darse cuenta de los atropellos, de las estampidas
irrespetuosas que han supuesto la Fórmula 1 y los nuevos planes urbanísticos de
promoción lujosa de un entorno que antaño funcionó en la pequeña escala de la
humildad.
“Cañas y barro”, “noches gitanas en el Cabañal”. La nostalgia en esta obra es sólo una
de las emociones que se desprenden de la asimilación del choque del espacio contra “los
tiempos”.
Malvarrosa, azafata con vértigo, proyecta hacia el futuro con un entusiasmo irrisorio por
lo inocente, y se ve al fin abusada, casi prostituida, por su jefe, dueño de una turbia
empresa de vuelos que quiebra en su expansión. Imagen perfecta de la playa. Malvarrosa
es la espiritualidad y la sensibilidad, la bondad y la inocencia.
Carmen, entre parada y dependienta del Mercadona, intenta rescatar el espíritu del
Cabaret. Carmen es el folklore, la música, el baile y la pasión.
Grau está enfermo de un simbólico alzheimer incipiente. Grau es la inteligencia crítica,
la genialidad de las palabras, la apelación hiriente a nuestro sentido común a través de
una mímica espasmódica.
La apoteosis de Grau, y con ella una de las cumbres de la obra, llega cuando lee una de
sus cartas. Empieza Carmen leyéndola en voz alta, se ríe, y entonces Grao se hace
responsable de la lectura. Ningún soporte más que ese papel va a recoger esas palabras:
“…o mirar por la ventana que da a las calles de esta ciudad enferma por una epidemia
frenopática evangelizada por la horchata transgénica, y esas nubes cancerígenas,
resultantes de la combustión fallera del polietileno expandido… Y pienso si este amargo
desconsuelo,(...)”
Grau acaba simbólicamente con los medios de comunicación cuando de repente me
(nos) mira a los ojos y termina recitando en grito hasta el final: “Madona no nos traigas tu
metadona… Mercadona, Mercadona, prefiero el suicidio moral a empadronarme a ciegas
en tus ensanches… “ Quise volver a leer impreso el discurso dentro de la obra de teatro
en papel. El alma se serena incluye uno de los mejores ensayos del momento que no
será publicado nunca como tal. Pero yo lo vi.
Los tres personajes se van viendo reducidos mientras conversan sobre relojes como
símbolo recurrente, mientras se abren, se confiesan, y un misterio va sosteniendo el eco
de tensión: Carmen roza la histeria cuando se habla de su armario. “La llave anda por ahí,
Lenin y Trotsky juegan con ella cual lagartija.” dice.
El armario esconde la implicación más fuerte que puede derivarse de los efectos del
tiempo, el espacio y el gobierno: la resistencia. Carmen es la encargada de proteger un
enorme reloj que cuenta “los minutos que le resta a la tiranía”. Fijémonos en la imagen de
la lagartija como llave, asociada a los gatos: A la Izquierda le crece la cola cuando se la
cortan.
Desde el arrinconamiento y la caída, la obra se cierra con lágrimas en los ojos por la
rabia que produce la pena cuando dentro se tiene y se quiere tener esperanza.

El alma se serena produce toda una catarsis. Y sí, se serena el alma cuando has reído y
llorado de forma tan colectiva que fusila tu nostalgia, pero al mismo tiempo, o a la salida
quizás, cuando dejas el salón del escenario y sales al otro escenario que es una
prologación del anterior, accesible, pequeño, y ahora lo ves tan grande, la ciudad, tan
inabarcable y ajena (cuando la tienes por propia), el alma se te altera. El alma se
estremece.


Mercedes Ribas Meneu

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