jueves, 14 de mayo de 2009
RUEDA
Dame. Dame, que te daré, y después, te irás, o te echaré, quizás. Dame con otro rostro el mismo torso palpitante que te puedo devolver, repetido, como ya hice y volveré a hacer a otro pícaro de los sentidos. Cada anochecer, nostalgia de tí, y al amanecer ese "tú" singular se funde, en un pasado de "vosotros", todos distintos y el mismo, dentro del cajón que si no se rompe por el peso de ninguno, quebrará ante la carga de todos a la vez. Perdí la fe, y la vida sigue girando sin mi impulso. Me presenta taquicardias ante unos nuevos ojos que suenan a lo mismo, como ayer. Pienso coger el tren, eterno, con una parada exacta que siempre vuelve a ser: mi casa, lazos de sangre, amistades y papel. Hago el viaje y no entiendo bien por qué, y mientras tanto te iré dando algo de este poco que reparte un corazón a saltos, que no se fia de otra alarma y desconfía si alguien dice: ahora sí, quizás, quizás... Dame, que yo te doy, sin querer, y si te quieres quedar, si quieres, sin que me entere, sube a mi tren y...
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Rueda en la que andamos. Andenes de gentes. Vagones que van y vienen. La estación de nuestras vidas.
ResponderEliminarBesos
BUenisimo! ME encanta como describes ese círculo vicioso del amor que tanto nos gusta a todos.
ResponderEliminarUn beso
Que fuerza tiene tu forma de escribir, cuando paso por acá me voy con una sonrisa. Saludos
ResponderEliminarImportante es el destino, pero también el trayecto.
ResponderEliminarMe gusta cómo escribes.
Un beso.
Esta rueda, esta vida (ya hay dos palabras más) gira, gira y gira. Es sensacional. Vale la pena.
ResponderEliminarUn beso. Y ya sabes, te sigo.